jueves, 7 de julio de 2011

Retiro también va a votar

Este 10 de julio volvemos a las urnas para elegir distintas autoridades del poder ejecutivo y legislativo de la Ciudad. Algunos irán a formalizar un mero trámite, desconfiados del funcionamiento de las instituciones. Otros llegarán a su escuela emocionados, convencidos de que llegó el día de cumplir con el deber democrático. Sea como sea, es el momento de ejercer un derecho ciudadano, que nos podrá parecer más o menos útil, más o menos convocante, pero que no deja de ser una oportunidad de participación de las pocas que se ponen claramente a disposición de todos.

En Perdidos en Retiro y en el taller No Tan Distintas, desde nuestro trabajo con la gente en situación de calle y en riesgo de situación de calle, no tenemos una pertenencia político-partidaria orgánica. Y no vemos a esto como una carencia. Muy por el contrario, lo consideramos una fortaleza que enriquece nuestra tarea con las diversas miradas que cada uno trae a los debates coyunturales y a las actividades cotidianas, instancias en las que intentamos poner en cuestión todos los preconceptos sobre las demarcaciones entre lo social, lo político, lo económico, lo filosófico. Donde buscamos replantear qué es asistencialista y qué no, qué es el Estado y para qué aparece, si podemos considerar a la sociedad civil como independiente de él: preguntas que van encontrando respuestas más en el hacer que en el decir -como quería José Martí- y en el establecimiento de relaciones profundamente afectivas. Nuestra óptica se basa en el amor como acción, en compartir, convencidos de que desde ahí es posible construir nuevos vínculos.

Así, cada uno de los integrantes de nuestros espacios vota según su convicción ideológica, si bien hay claramente un espectro que nos representa, que va desde las distintas expresiones de lo que podría llamarse centroizquierda, izquierda nacional, socialismo, peronismo de izquierda, etc. En este sentido, hay un total consenso en oponernos firmemente a la política actual del macrismo que, ahora, en plena campaña electoral, recuerda que hay gente que vive en la calle. Y se horroriza y la esconde en lugares no sólo no habilitados para hospedarla, sino regenteados por altos funcionarios del propio gobierno porteño. Hay globos amarillos, bufandas o gorros con logos y consignas partidarias, besos y abrazos a los niños en las villas, kits con guantes y bolsas de agua caliente para que la gente pueda dormir en la calle todo el invierno (no sea cosa que se les muera alguien más de frío), promesas oportunistas de una Ciudad mejor. Y aún no conforme con tanta política antipública ejecutada durante cuatro años, el PRO se burla de la gente presentando a la actual Ministra de Desarrollo Social como candidata a Vicejefa de Gobierno.

Esta visibilidad fugaz que se da a tragedias gravísimas, este nivel de hipocresía, son cosas que no nos sorprenden, pero que no podemos dejar de señalar. Así como tampoco podemos dejar de decir que el compromiso para modificar estas realidades tiene que calar hondo en todos y verse expresado no sólo en las urnas. Al votar, tenemos que pensar en las alternativas que priorizan los grandes problemas de la Ciudad: vivienda, educación, salud, equidad. Lo básico. Ir a votar como esa oportunidad de sentirnos parte de un todo que se moviliza y se renueva. Y que lo que pase más allá de votar en cada uno de nosotros y en nuestra relación con los otros, sea una oportunidad mejor, mayor, de transformación.