viernes, 8 de abril de 2011

La Ranchada es nuestro enfoque

La ranchada es un lugar que crearon los pibes de Retiro que no tenían dònde vivir. Es un lugar que tiene sus propios códigos, su propia filosofía y sus propios vicios. La gente que vive ahí tiene aproximadamente nuestra misma edad, entre 22 y 25 años. Las diferencias entre ellos y nosotros no son muchas pero sí profundas: ellos fueron abandonados, golpeados, violados; son consumidores y muchas veces violentos. Nosotros, somos “intelectuales”, “pensantes”, clase media aburrida.

Es desde la diferencia, desde la otredad, desde donde construimos ese “algo” con la gente de Retiro. Nosotros sabemos que no somos como ellos y ellos también saben lo mismo, pero sin embargo nadie pretende otra cosa. Primero, nos aceptamos. Hijos del mismo momento histórico, y paridos por la misma sociedad, somos como dos paralelas que en algún momento se cruzan. Las problemáticas de los adolescentes en la actualidad son las mismas y no es una mera cuestión de clases sociales. La existencia de un escepticismo feroz, de una sociedad que ha llegado al punto máximo del individualismo y del consumismo y el complejo fenómeno de la falta de sentido nos atraviesa a todos y no sólo a la gente que vive en la calle. Por eso entendemos a la ranchada, por eso la ranchada nos abrió sus puertas, porque las adicciones, la angustia que parece no tener explicación, los embarazos prematuros, la violencia de género, son nuestros problemas también.

Vamos a Retiro sin ningún preconcepto, vamos a sentarnos en el piso, todos, para ver desde ahí lo que pasa. Entendiendo que todos estamos afectados por el mismo pensamiento hegemónico que de alguna manera moldea nuestras subjetividades. Para mirar al sesgo, de costado, desde abajo, y hacer algo con lo que se ve.

Retiro es un proyecto completamente humano en todos sus sentidos: la ranchada exacerba lo mejor y lo peor de la humanidad. Cada sábado vamos a sostenernos los ojos, a aprender a hablar, a respetar y ser respetados, a abrazarnos y mantenernos erguidos en ese abrazo, a depositar confianza y a que confíen en nosotros. Vamos a compartir información, a que nos enseñen, a escuchar confidencias, a contar nuestros secretos. Están las comuniones que tienen que ver con el género, con la cultura. Los hombres juegan al fútbol para después, cansados, tomar agua y jugo y fantasear primero con un campeonato y planificar ahora torneos y viajes. Las mujeres ceban mate y cosen y tejen, piden libros prestados, leen poemas como en una letanía, cuidan a sus niños. Nos peleamos, nos amigamos, nos angustiamos con las malas noticias, festejamos las alegrías: ella que cayó en el instituto de menores, él que no puede con el alcohol, ella que dejó el paco para cuidar su panza de seis meses ya, ella que no sabe cómo recuperar a su hijo, él que no sabe querer bien a su mujer.

Entendiendo esto, se hace muy difícil establecer “un objetivo” y mucho menos uno de esos que caracteriza a las grandes agrupaciones sociales: “transformación social”, “poder social”, “revolución”. Esto no significa que nuestra organización no comparta determinados análisis que han enriquecido el estudio de la sociedad. Leímos, por supuesto, a Marx, a Gramsci, a Foucault, a Freire, los leímos a todos y rescatamos de ellos lo que nos permite explicar un poco mejor lo que hacemos. Sin embargo, hay cosas que no se aprenden en la facultad, hay cosas que no están escritas, ni siquiera dichas y lo que es peor, hay cosas que han existido siempre y que han sido opacadas por discursos enormes.

No podemos tener objetivos lineales que puedan exponerse en un memo de oficina. Tenemos que fluir con lo que pasa sábado a sábado, crear desde el caos y apenas intervenir para aliviar el dolor cuando podamos, escuchando, acompañando sin juzgar. Creemos que así se construye, creemos que si el problema nuestro y de ellos es la “falta de sentido” total, podemos llenar de sentido la vida. Estamos completamente seguros de eso, ya que la ranchada tiene el poder para hacerlo.

Retiro es un proyecto que aspira a que cada uno de los que asisten a la merienda reflexione acerca de si alguna vez en su vida eligió algo, es decir, si alguna vez tuvo la posibilidad de ser libre y decir y decirse “yo elijo esto”. Nosotros estamos para ayudar a que esa voluntad de poder se concrete en cuanto se reconozca a sí misma: si es un campeonato será un campeonato, si es un beso será un beso.

Entendemos que somos asistencialistas, nos asumimos como tales. Pero asumir este rol no tiene ninguna connotación negativa si se pretende que el "asistido" pueda reconocerse en el dolor propio y ajeno y enfrentarlo, enfrentándose. Si lo que necesita saber el lector es si es si somos políticos y/o sociales, partidarios o no, desde ya les aclaramos que nos parece absurdo preguntarnos ese tipo de cosas. Creemos que es un error etimológico considerar que lo político puede existir por sí solo, como si fuera un área escindida de la sociedad. Todo es completamente político, lo digan o no, lo admitan o no, porque todo es social. Retiro es político como lo es toda la sociedad donde se entretejen relaciones de poder. Del mismo modo, los partidos políticos son a su vez partidos sociales, a no ser que la Legislatura y los despachos sean el área de la política, y la calle el área de la sociedad.

En este sentido, lo importante para nosotros es que cruzar experiencias con otras organizaciones que creemos comparten las mismas preocupaciones que nosotros, para enriquecernos con sus prácticas y experiencia, siempre manteniendo nuestra autonomía e identidad. Asimismo, intentaremos aportar lo que nuestro enfoque tenga para ofrecer.

Desde esa mirada al sesgo, desde el piso, para poder ponernos de pie todos juntos.

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